Se suele mencionar que la bipolaridad es un trastorno afectivo, entendiendo por esto los cambios reiterados de humor que van desde la extrema tristeza y desesperanza (depresión) hasta la euforia o exaltación (manía).

Ahora bien, ¿Cuáles son las manifestaciones o síntomas, en cada uno de los polos, que permiten darnos cuenta que padecemos este trastorno?

En el polo de la depresión:

Pérdida de interés o placer en las actividades habituales.
Carencia de energía y actividad, que puede llegar a la apatía.
Pérdida de apetito o de peso, en algunos casos puede existir aumento de apetito.
Trastornos del sueño, insomnio o a veces dormir mucho pero de manera irregular.
Disminución del deseo sexual.
Dificultad en concentrarse y razonar.
Sentimiento de culpa, incapacidad y ruina.
Pensamientos o deseos de morirse o ideas de suicidio.
En casos severos pueden existir cuadros delirantes de contenido culposo y catastrófico.

En el polo de la manía:

Estado de ánimo eufórico y/o irritable.
Disminución de la necesidad de dormir.
Aumento de la actividad.
Hablar sin poder detenerse.
Pensamientos que saltan de un tema a otro.
Aumento de la actividad sexual con pérdida del pudor.
Grandiosidad en las conductas. Gastos desmedidos, prodigalidad.
Pérdida del autocontrol y del juicio.
En casos severos, fuga de ideas (incoherencia en el lenguaje) e ideas delirantes de contenido grandioso.

Quien sufre de los síntomas depresivos siente que ha descendido y habita en el infierno. Generalmente su padecer no es comprendido o percibido en toda su magnitud por la familia y el entorno. Los pensamientos catastróficos y culposos, la pérdida de la autoestima, la falta de energía, la desesperanza hacen ver todo negro y sin salida. El tiempo no transcurre y el espacio se cierra. Muchas veces la idea de la muerte o el suicidio aparece como el único camino abierto para terminar con el sufrimiento.

Por el contrario, en el estado de manía el individuo siente un excesivo bienestar y no puede entender cómo los demás no lo perciben. Eufóricos, exaltados e hiperactivos, se sienten brillantes y creativos. La grandiosidad los lleva a tomar decisiones peligrosas. Gastan el dinero desmedidamente, su sexualidad está exacerbada y pierden el pudor. Aun sin dormir, se encuentran llenos de energía. Suelen hacer planes irrealizables y pueden llegar a ser agresivos y violentos. La exaltación los puede llevar a perder el control de la realidad, desarrollando ideas delirantes de contenido grandioso.